sábado, 23 de febrero de 2013

miércoles, 6 de febrero de 2013

sueños de vedette

Sueños de vedette isabella Son casi las doce de la noche en el barrio estación de Cartagena Chile. Es una fría noche primaveral de la última semana de Octubre y ha llegado el ansiado momento en el que ya me he preparado durante estos últimos cinco meses. Tras bambalinas observo el destello de las lentejuelas que cubren las pequeñas prendas colgadas sobre muros iluminados. Mi compañera ya se encuentra vestida con una blusa tafetán rosa de audaz escote, con su broche preferido; una mariposa de diamantes, una falda de seda brillante, alta de talle y un cinturón elástico marrón; pero yo sé que ese cuerpo se librará de los mantos para entregarse a su público completamente desnudo. Pensativa observo a aquella mujer de veintiocho años y noto que aún conserva una figura grácil, como la mía. Los aplausos insistentes apuran el inicio del show del Club Ventura. La batería, los Reflejos azules y los cortinajes de terciopelo, abren la aparición de Aída, que con su gran naturalidad y desprovista de pudor avanza cadenciosamente, luciendo como una musa de Lautre. Su baile envuelve al mundo masculino presente, quienes extasiados observan sin respiro el movimiento seductor que poco a poco va cautivando las retinas por el anhelo de contemplar el cuerpo ya desnudo de aquella fémina, la que comienza a desasir con sus manos revoltosas las pequeñas prendas de vestir que la envuelven. Sin su blusa ya caída, entrega sus senos color dorado a los amantes de la noche. El viento, las luces, el color, comienzan hacerse partícipe de aquellas escenas eróticas. Aída comienza a moverse con más agilidad, como un Jaguar en celo de las Costas Amazónicas de Brasil. Sus manos húmedas desvisten el resto de la ropa que la cubre, y así desnuda, completamente desnuda se entrega. El tumulto de hombres que se encuentran en el Club ha quedado complacido, como si hace un minuto atrás hubiesen llegado a un orgasmo mental, como si sintieran haber sido tocados por el cuerpo de aquella mujer. - ¡Aplausos, Aplausos! – grita el animador y el público presente responde inmediatamente a su llamado. Se nota por el semblante expresivo y alegre de Aída que ha quedado satisfecha con su show y lentamente comienzan a cerrarse las cortinas de terciopelo para la preparación d el siguiente espectáculo. Mi retina se fija en el público y observo que el Club está completamente lleno. Comienzo a colocarme muy nerviosa, casi con un semblante anémico, pero se apodera dentro de mí, mi sueño, ese sueño que hoy he de cumplir. Reviso mis prendas y noto que es capaz de crear un misterio, sobretodo con el antifaz morado que cubre mis ojos. Me noto irresistible desde todos los ángulos: Zapatos altos en color Rojo Italiano, Pantys con ligeros estampados de piel leopardo como llamando al mundo selvático de instintos salvajes. La transparente camisola en rojo fuerte, toda una agente provocadora para llevar a mi público a la ebullición y mi cuello terso y suave se envuelve por plumas de color blanco nevado. Me siento hermosa y ya entregada a mi público quienes verán mi cuerpo libre, puro y desprovisto de pudor. - Es tu turno – me avisa Ana la coordinadora de eventos del Ventura. Y nuevamente me comienzo a colocar nerviosa. - ¡Público presente… es hora de dejar en este escenario a una joven debutante, muy hermosa, provocadora y sensual…. la señorita ¡¡Yenny!! – siento los aplausos de mi gente, siento el grito de mi nombre, siento como si ya hubiese sido una artista conocida y de gran trayectoria, una vedette con experiencia. Con una sonrisa hipnotizada dirijo mis pasos al proscenio. La música empieza a escucharse y mis brazos y piernas comienzan a moverse. Comienzo a conquistar a mi público quienes no despegan su mirar de mí. Lentamente voy desprendiéndome del temor y va aflorando dentro de mí ese anhelo oculto que he cargado por tantos años. Mis caderas ardientes siguen el ritmo del sonido erótico. Siento la lujuria de las miradas, invitándome a soltar las pequeñas prendas ceñidas a mi cuerpo. Con delicadeza insinuante descuelgo los breteles que sujetan la transparente camisola de rojo encendido entregando a los observantes el desnudo de mis pechos vigorosos y firmes como un obsequio preciado y fabricado por las manos de un artista. Mis manos juegan con mis senos y eso me produce mucho placer. El ritmo de la música me coloca en un margen de excitación y frenéticamente descubro mis partes íntimas, al viento, a las luces, a mi público. Siento todas las miradas fijas en mí. Fuertes aplausos y gritos eufóricos se apoderan del Club. Siento que mi cuerpo se ha dado por completo. Sé que muchos hombres me han mirado obscenamente, pero quizá otros me han mirado como una artista, como yo me siento. Se cierran lentamente las cortinas y mi jefe se acerca a mí para felicitarme. Me retiro del Club, a las cuatro de la mañana, triunfante. &&&&&&&&&&&&&& A la una de la tarde despierto. Con dolor de cabeza. Mi madre como siempre duerme. Seguramente la noche anterior ha salido a beber con sus amigos. Siento mi cuarto muy frío. Las paredes están desteñidas por la humedad. Trato de levantarme despacio para que mi cuerpo no gire bruscamente y no termine en el suelo. Dirijo mis pasos a la nevera y encuentro solo un pedazo de queso percudido y un poco de leche. Siento cada día la casa más fría y sola. Cierro el refrigerador, doblo mis rodillas y las envuelvo con mis brazos. Descanso mi cabeza sobre mis piernas y comienzo a llorar, a llorar, a llorar. La noche anterior no pudo aplacar mi soledad. Ver a mi madre tan alcohólica y sin poder hacer nada para ayudarla, me llena de impotencia. La ira se apodera de mí y con un puño lleno de furia golpeo el suelo. Mis lágrimas no dejan de correr por mi rostro. Me levanto, tomo el poco de leche que queda en el refrigerador y dirijo seguidamente mis pasos al Club para ver si mi jefe puede cancelarme el dinero que se me adeuda por el Show de la noche anterior. A eso de las tres de la tarde, llego a la oficina del Ventura. Mi jefe fuma un habano cubano sentado sobre su sillón de cuero de piel de tigre. - Hola Yenny. ¿Qué te trae por estos lados? – me pregunta, sin alejar su mirar de mí. - Vengo a ver si me puede cancelar – le respondo - Sí, no hay problema. Lo Hiciste fantástico. Te felicito – Mi jefe logra sacar de su bolsillo diez mil pesos. - Jefe, ¿Solo esto vale mi show? – añado indignadamente. - Lo siento Yenny, pero si no te satisface el pago, tienes las puertas abiertas para retirarte. Hay cientos de chicas que esperan por tu lugar. - Está bien – me retiro muy alterada, pero sé que no tengo otra alternativa. El hecho de que no haya podido terminar mis estudios, no me entrega muchas opciones de trabajo; a parte de cuidar niños y ser una asesora de hogar, pero para ese tipo de trabajo se requiere mucho más tiempo y debo velar por mi madre, que está muy alcohólica. Dirijo mis pasos débiles hacia un almacén. Compro un poco de carne, pastas, pan, leche y dos tarros de pescado, y los diez mil pesos se han ido, para regresar a mis manos dentro de los próximos dos días en el que realizaré nuevamente mi Show. Al llegar a mi casa, encuentro a mi madre más sobria. - Mamá, le dije que anoche no saliera, que yo iba a volver temprano – le hablo cariñosamente. - Es que tu tío Carlos con la Irene me invitaron. - Mamá a Usted nunca le faltan las invitaciones para beber, pero debe rechazarlas, es por su bien. - ¡Qué te crees, me estás diciendo que soy alcohólica!, ¡Noooo... no lo soy!. Siempre me dices lo mismo, ¡estoy aburrida!. – mi madre se altera y comienza a moverse bruscamente. Siento que le falta el alcohol dentro de su sangre porque comienza a tiritar y a hacer arcadas. - ¡Ya cálmese!... yo no le he dicho eso – alzo mis brazos para atraerla contra mi pecho. Siento el cuerpo de mi madre muy delgado, casi anémico. Ella sujeta fuertemente el mío, como diciéndome ayúdame hija. Tomo el rostro de mi madre y noto que comienza a llorar. - Mamá cálmese, yo la voy a sacar adelante. - Gracias hija, pero no tenemos dinero ni para comer, por eso bebo, para olvidar los problemas. - No se preocupe. Traje alimentos para estos dos días. Dios nos va ayudar. Al darle esa respuesta, mi madre sonríe. Pero en mi cabeza siguen y rondan las deudas. Hace ya cuatro meses que no hemos pagado el arriendo, además de que mi madre no recibe ninguna pensión, ya que cuando joven no pudo ahorrar dinero para una futura jubilación; además de que jamás fue casada legalmente con mi padre. Esa tarde comimos bien. Mi madre se acostó a dormir la siesta y no despertó sino solo para el día siguiente. &&&&&&&&&& Ha llegado el momento de mi segundo debut. Tomo un corsé en tono plateado y lo uno a mi cuerpo. Luego coloco sobre mis pies unos tacones muy altos del mismo tinte del corsé. Una pañoleta más bien dorada abraza mi cuello. El color del ambiente, me hace salir de mí. Las luces encandilan mis ojos. Los espejos son venecianos, los muebles la mayoría en tonos dorados, cortinas doradas y ropa de flamantes lentejuelas por toda la habitación. Es hora de salir al escenario. Esta vez lo hago ya con una mínima timidez. -¡Con Ustedes Yenny!. La música comienza a sonar muy fuerte. El baile lo centro esta vez sobre un fierro muy largo que se encuentra un poco más cerca del público. Comienzo con movimientos cada vez más excitantes y siento que varias manos me han tocado y han depositado cerca de mí unos billetes y eso me ha gustado mucho. Desprendo lentamente parte del corsé que somete a cuerpo y muestro uno de mis senos. Me encanta que los hombres del Club me deseen. Luego mi otro pecho terso y firme se entrega al público y con la frenética fuerza del baile y sin darme cuenta concedo mi cuerpo completamente desnudo, sintiendo que ya no es parte de un arte sino más bien de un deseo oculto, restringido por tantos años, por miedo al amor, latente y vivo dentro de mí, pero que estaba estancado en algún rincón de mi alma. Una vez ya cerradas las cortinas y cubierto mi cuerpo con ropa interior mínima y una chaqueta color rosa, dirijo mis pasos hacia el segundo piso del Club. Allí siento el silencio mínimo de la música del primer nivel. Me acerco hacia las habitaciones y observo que, una de ellas se encuentra semiabierta. Observo a Aída completamente desnuda con un hombre de igual forma. Ella se acerca a un cuerpo cubierto de pelos y de brazos firmes. El hombre la toma de las manos y la atrae hacia sí. Comienza a hacerla suya. Gemidos y palabras obscenas se aprovechan de la escena. Sin levantar sospechas trato de mirar, pero una acelerada respiración dentro de mí, empieza a consumarme. Los amantes tendidos sobre sábanas de seda, juegan con sus cuerpos. A Aída, la siento como una leona en Celo. Siento que los cuerpos se humedecen y logro darme cuenta que yo también me voy humedeciendo. De un instante a otro siento un grito desgarrador salido de la boca de Aída y como desmayada termina tirada sobre el cuerpo de ese hombre. Él la abraza y noto que los cuerpos aún respiran muy agitados. Me retiro de aquella escena un poco turbada, vuelvo a la sala, retiro mis cosas, y luego me marcho a casa. Una vez en mi hogar, regresan aquellas escenas entre Aída y ese hombre. ¿Será que el Club está empezado a nacer en mí un deseo oculto por tantos años?; ¿Qué será el amor?, esa esencia de que las que todos hablan, pero que yo aún no logro conocer. Entre tantas y tantas preguntas logré quedarme dormida. A la una y media de la tarde desperté. Mi madre se encontraba a mi lado. - ¿De dónde sacaste este dinero? – Y sobre su puño apretaba los billetes que la noche anterior me habían depositados los hombres del club en mi corsé. - Mamá, entréguemelo. Me lo prestó Aída. - ¿No dijiste que tu jefe sólo te pagaba diez mil pesos y aquí yo veo veinte. - Mamá, le vuelvo a decir que Aída me los prestó. - Ojalá Yenny me estés diciendo la verdad - ¡Desde cuándo que usted se preocupa tanto por mí! - ¡No me grites chiquilla insolente!. Puedo ser la borracha que tu dices, pero yo jamás vendí mi cuerpo por un poco de plata. - Mamá, yo no me estado acostando con nadie. Se lo juro. - Esta bien. Ojalá sea así. – la sra. Rosa sale de la pieza muy irritada y con un semblante que refleja tristeza. Mi madre me ha dicho la verdad, ella puede ser una borracha, pero mi padre ha sido el único hombre en su vida. Me levanto después de aquella discusión, como algo y luego dirijo mis pasos al centro de Cartagena. Las calles están llenas de gente. Los malabaristas muestran un espectáculo a cambio de una moneda. Los pintores muestran sus obras en plena vía pública. Los mendigos y borrachos se encuentran un poco más alejado del centro, donde ya se ha apagado el colorido que emanaba de las luces de las tiendas y los bellos prados que decoraban el centro. A eso de las seis de la tarde logro llegar al club. Aída se percata de mi llegar. - Yenny, vienes atrasada a la rutina de ejercicios – ella toma bruscamente mi brazo y me conduce al escenario que hoy está desierto de espectadores. - Aída, necesito que hablemos – ella me mira pensativa. - Te escucho - Quiero hablarte de algo que vi ayer. - ¿qué viste? - Estabas en el segundo piso del club, con un hombre haciendo el amor. – ella logra sacar una sarcástica risa - No Yenny, se llama “teniendo relaciones sexuales”. Parece que tú no te has enterado o no has sabido nada acerca... de lo que se dedica en forma extra el Club?. - Y que tendría que saber. - Ven acompáñame – Ella me saca del proscenio y me conduce al jardín del ventura. Toma una silla de playa que está muy cerca de la salida de uno de los camarines y la coloca junto a mí para que me siente, luego va en busca de otra, la acomoda muy cerca de la mía y comienza hablarme. – Haber Yenny, tu sabes que con lo que nos paga nuestro jefe no nos alcanza para vivir y es por eso, que la gran mayoría de nosotras prestamos otros servicios. - ¡Son prostitutas! – casi sin terminar de hablarme Aída ya había entendido su respuesta. - Si... mejor dicho damas de compañía. Me quedé atónita por su afirmación. Es verdad lo que realmente comentaba la gente. Esto no solamente muestra Show, sino que también es una casa de prostitución. Con Aída volvemos al escenario y hacemos la rutina de ejercicios. Cuando miro el reloj observo que ya marca las nueve de la noche. Hoy no tengo que bailar pero me quedo mirando el Show y me acomodo para el lado de los clientes. Ya a las dos de la mañana parece que todos están medios frenéticos. Las chicas meseras se acercan cada vez más a algunos hombres. Fuertes risas envuelven la noche. Mis ojos revisan desde otra perspectiva el lugar y observo que muchas de mis compañeras están sentadas sobre las piernas de algunos hombres y luego los conducen a ese segundo nivel. Trato de alejarme de lo que veo, cuando de soslayo choco con un chico como de mi edad. - ¡AYYY! Me pisaste. - Disculpa. No fue mi intención hacerlo. - Hola mi nombre es Alan – el joven me entrega su mano para sostener la mía. - Mucho gusto – alcanzo a percibir que tiene una piel suave. - ¿tú trabajas aquí? – él me mira llanamente a los ojos – parece que te he visto. - Sí, soy bailarina, trabajo día por medio. - A claro. Eres Yenny - Me entrega su sonrisa y le respondo con la mía. - Sí. Y tú ¿andas solo? - No, con mi tío que me trae acá, según para que me haga hombre. Tu sabes cuando los hombres son más viejos, se ponen medios cargantes. - Sí tienes razón. Bueno te dejo debo irme a casa. - Si quieres te voy a dejar. - No te preocupes llamo a un taxi. - Oye, mañana bailas. - Sí. - Entonces mañana nos vemos. – y un cálido beso se sintió sobre mi mejilla. Me fui contenta y recordando a aquel joven. Al llegar a casa, noté a mi madre completamente borracha y botada afuera de la puerta, sujetando una botella de ron con su mano derecha. - Mamá. Mírese como está. - Hola mi niñita preciosa – y con su boca avinagrada me entregaba besos. Trato de sujetarla por debajo de sus brazos y así como puedo sostenerla, logro entrarla a la casa, le quito la ropa y la acuesto. &&&&&&&&&&& Un sol naciente me despierta. Lo primero que hago es ir a ver como sigue y ha amanecido mi madre. Duerme. Luego tomo un baño y centro mis pensamientos en el Club y en Alan. Aquel joven de ojos pardos y cabello trigueño de alta estatura. Siento un leve pudor sobre mi cuerpo. Mojado éste, observo que estoy más delgada. Las preocupaciones, la mala alimentación y el exceso de ejercicios me han adelgazado. La ducha helada me ha sacado de mis cuestionamientos y una vez fuera de ella, siento golpear la puerta. Me visto ligeramente y salgo a ver quien toca tan fuerte. Es la dueña de la casa. - Buenas tardes señora Amalia. - Para mí no soy tan buenas. ¿Cuándo me vas a pagar la renta?. - Dentro de esta semana. - Siempre me dices lo mismo. Ya no te creo. Te doy hasta fin de mes para que me canceles los cuatro meses que me debes o sino te mando a echar fuera de esta casa con los pacos. Además los otros vecinos me están reclamando que tu madre no los deja dormir por las noches porque siempre está ebria y haciendo escándalos. - Sí, lo sé señora Amalia, pero le prometo que me preocuparé más de ella y el lunes sin falta le tengo aunque sea un mes de arriendo. - Ojalá sea verdad. La señora Amalia cierra la puerta abruptamente. Yo con mi puño lleno de rabia, vuelvo a golpear la puerta y sostengo mi cabeza sobre aquel madero y me lanzo a llorar. Mi madre despierta ya, me abraza por la espalda y observo su cuerpo más débil que el mío. Me doy media vuelta y la abrazo. Me siento sola, aún teniéndola a ella. Me siento sin fuerzas. Trato de sacarme la última lágrima que recorre mi mejilla y le entrego a mi madre una sonrisa. &&&&&&&&&&&&&& A llegado el día de otro debut. Las cortinas comienzan a abrirse y me entrego a un nuevo espectáculo. Todo mi público ha quedado conforme. Luego regreso al camarín dorado y una vez dentro de éste, siento golpear la puerta. Me dirijo pensativamente a ella, la abro y observo frente a mí aquel muchacho que conocí la noche anterior. - Hola ¡te acuerdas de mí! - como no acordarme de él, si todo el camino de regreso a casa estuve contemplándolo dentro de mi mente. - Por su supuesto – un mínimo silencio se interpuso entre ambos. - ¡te felicito por el espectáculo de hoy, te veías muy hermosa!. – me sonrió - Gracias. Seguimos conversando cada vez más cálidamente. El me invita a tomar un trago. Nuestras miradas comienzan a conquistarse. Siento ahora la finalidad de mis pensamientos. Siento que dentro de mí estómago se conjura el nerviosismo y la química del amor. Me siento segura frente a este hombre. Estuvimos toda la noche juntos y luego me fue a dejar a casa. Prometió que volveríamos a vernos. &&&&&&&&&& Han pasado ya dos semanas en que no ha ido Alan al Club. No sé pero durante todo ese tiempo lo he extrañado. No sé si en realidad tiene sentido mi cuerpo hoy, siento que me estorba, pero sé que está vivo dentro de mí, la admiración de todo mi público y de las demás muchachas del club. Mis caderas se han tornado más curvas y me han crecido un poco los pechos. Me he ganado el respeto de todos y me consideran casi una diva. &&&&&&&&&& A comenzado diciembre, mi madre aún sigue bebiendo mucho. Hoy visto un corsé color Rojo intenso de encajes de seda, pantys con encajes y plumas cargadas sobre mi espalda. Es casi la hora de salir al escenario. Siento que la gente grita mi nombre. Escucho la música que me toca bailar y dirijo mis pasos al proscenio. Atravieso la puerta que me une con el escenario y me inserto nuevamente en él. La música comienza apoderarse de mi cuerpo y siento que me estorba la ropa que llevo puesta y me desnudo. Al frente de mí, miradas hipnotizantes están vivas. Observo a los hombres y justo al frente, mis ojos descubren a Alan, mirándome con una brillante sonrisa. Lo miro y me acerco a él. El trata de agarrarme una de mis piernas, pero yo la saco de su lado. Termino mi show heroica. Ya fuera del escenario, dirijo mis pasos hacia el vestidor y antes de llegar a éste, frente a mí aparece él. - hola Yenny – me exclama - Hola. – no me atrevo a pronunciar nada más. - Sólo quiero decirte una sola cosa. ¿te gustaría salir conmigo? – y una de sus manos toma mi brazo. Lo miro, le sonrío y le digo sí. - Mañana a las cinco de la tarde te paso a buscar a tu casa. - Está bien. Me retiro del Ventura casi a las cuatro de la madrugada. Llego a mi hogar silencioso, desierto, frío y entrego mi cuerpo a esa cama helada, para quedarme completamente dormida. &&&&&&&& Son casi las diez de la mañana. Amanezco con las sienes apretadas y un dolor punzante se aloja en mi garganta. Levanto una de mis piernas desde el fondo de la cama y toco el piso de concreto. Siento que me duelen muchos las piernas, tanto baile hace que se vaya notando un maltrato físico y un cansancio en mi cuerpo. Recorro la casa y observo a mi madre que duerme plácidamente... no la despierto. Luego me baño con agua helada y siento un leve frío. Trato de apurarme. Luego tomo una taza de café bien caliente. Sólo el café es mi desayuno, tan simple como lo que poseo y entre sorbo y sorbo me acuerdo de Alan y de la cita que tengo hoy con él. Debo colocarme hermosa para esta tarde. Debo demostrarle que soy una mujer diferente dentro del club y quiero que él así lo perciba. &&&&&&&& A pasado rápidamente la hora y observo que el vestido rojo que llevo como un manto sobre mi cuerpo, sin querer comienza a recordarme al club, sobretodo al animador colorín que siempre cuando inicia cualquier show empieza diciendo: “Dejen sus problemas en la puerta, la vida es una desilusión, olvídenla... Carnaval... Cabaret...", y yo como bailarina soy el espectáculo vivo porque al bailar expreso con mi cuerpo la libertad y con la música vivo, con la música sueño; para mí es el lenguaje universal. Tantos interrogatorios pasan por mi mente y ha llegado el tiempo de que Alan haga su aparición. Un profundo suspiro trata de calmar mi cuerpo. Estoy un tanto nerviosa porque no sé lo que puede ocurrir esta tarde, quizá quiero que ocurra lo que yo espero, el abrazo y el beso de un amor nuevo. Alan me repito a cada instante y no solamente ahora sino desde hace mucho tiempo. Ojalá que mi madre no me halla escuchado alguna vez hablar en voz alta de él. Tocan la puerta y ya con mis nervios plasmados dentro de mi sangre, la abro y lo encuentro con mis ojos y lo veo con un pequeño ramos de flores silvestres apretadas con el puño de su mano. - flores para una señorita – él me entrega esas hermosas flores y yo las recibo con alegría. - Gracias Alan - y sonrió, pues jamás durante toda mi vida me habían regalado flores. Dirigimos nuestros pasos a un restaurante muy elegante llamado “Marbella”, allí están los mozos que llenan nuestros vasos continuamente. El baile comienza hacerse presente entre la gente de este local. La cena alcanzó su cúspide y de un momento a otro siento rodeados mis brazos alrededor del cuello de mi compañero. Cada mirada que expreso la siento como una conquista, cada gesto expresa un grado de coquetería y estando con él me siento feliz y quisiera que él nunca se apartase de mí. Siento mucha seguridad. Será verdadero lo que está sintiendo Alan. La música me está envolviendo y siento que su cuerpo se está acercando demasiado al mío. Su abrazo alcanza mi pelo y uno de los pendientes plateados que embellece mi oreja, rueda por el suelo. Sé que está demasiado cerca del alcance de mis ojos, pero Alan se apura en recogerlo y los coloca al frente de mí, tratando de que mis ojos se encandilen con la brillantez de su fabricación. - Vamos a otra parte, para que estemos más tranquilos – yo solo callo y lo sigo casi hipnotizada por el amor. Salimos del Restaurante y dirigimos nuestros pasos hacia su auto. Enciende el motor y avanza por las calles sin un rumbo conocido, pero no siento miedo, él me llena de seguridad. Caminos oscuros se van apoderando de nosotros; sombras de árboles dibujados como esqueletos vivientes hacen su aparición, la luna se nos entrega muy brillante. Parece que todo lo que estoy viviendo es un sueño, un sueño del que no quiero despertar. Alan dobla el auto hacia una quebrada, donde las luces del pueblo hacen su aparición y detiene el motor del vehículo. Me mira llanamente a los ojos y comienzan dentro de mí esos raros cuestionamientos ¿qué hacemos aquí solos?, ¿por qué me trajo hasta acá?, los seres humanos a todo le buscamos explicaciones. - Hace mucho tiempo que quería que estuviésemos aquí solos y dueños de todo el mundo – él me habla conduciendo una suave mano a mi cabello. El comienza a acariciarme el pelo. Yo lo disfruto mucho, disfruto sus gestos y sus caricias como si los necesitase desde hace mucho tiempo. Su mano revoltosa comienza a despeinar mi pelo y comienzo a perderme dentro de sus caricias. - ¡Para! – una de mis manos detiene la suya - ¿qué quieres de mí? - Yenny... Está bien, es hora de decirte la verdad. – y su rostro se tornó de una leve seriedad – desde que te conocí me simpatizaste. Me costó mucho la decisión de invitarte a salir y si lo hice es porque ... realmente me gustas, me gustas demasiado. - ¡No me estás mintiendo Alan! - No, no lo hago Y fue en ese lazo de sinceridad que Yenny niña princesa de cuento de amadores sin pausa, comenzó a enamorarse. Las manos de aquellos jóvenes comienzan a involucrarse con sus cuerpos. Lo suave de la noche se va encendiendo dentro de nuestros cuerpos. Una de las manos de Alan comienza a tocar mis pechos. Arranca suavemente el bretel que sujeta mi vestido rojo, luego recoge mi sostén y comienza a besarme los senos suavemente. Yo me pierdo con sus caricias casi callada y ausente y quisiera que esta noche nunca acabase y si sólo fuera esta noche la felicidad querría vivirla por completo. - ¡Alan ... para. Vamos a otro lugar! – él sin pensarlo enciende nuevamente el motor del Fiat y recorre un camino desconocido. Durante el recorrido la mano de Alan se acerca a mi entrepierna, levanta mi falda y la introduce dentro de mi calzón. Comienzo a quejarme y no hallo la hora de que me haga suya. Él pareciera que disfruta al máximo el momento, lo presiento porque logra respirar muy fuerte. Casi sin darme cuenta llegamos a una pequeña cabaña. Él me dice que va y vuelve y cuando se aleja de mí, exploro su delgado cuerpo. Fueron menos de cinco minutos cuando aquel hombre regresa a mí, con una llave en su mano derecha. Nos adentramos a esa pequeña cabaña. Él besa mi boca alocadamente una y otra vez. Se aleja de mí por un momento y enciende una chimenea que hay en el comedor. Él logra mirarme desde la distancia y con un fósforo en su mano logra prender aquella chimenea. Una pequeña llama logra acrecentarse. Alan se devuelve hacia mí y comienza a tocarme nuevamente los pechos. Yo me alejo de su lado y comienzo a bailarle como lo hago en el Ventura, y recordando mi show abro el cierre de mi vestido y dejo caer la prenda roja que sujeta mi cuerpo. Luego desprendo de mi delgado cuerpo el resto de ropa que me queda y así desnuda me entrego a la vista de mi acompañante. - Déjame que te lo demuestre, déjame demostrarte que me gustas – y bruscamente doy la vuelta y me entrego a una cama que hay en el lugar. Quito la colcha y sobre las sábanas celeste me entrego. Alan está fascinando mirándome, no puede o no quiere apartar sus ojos de mi cuerpo extendido sobre aquella cama. Con mis ojos lo recorro por completo y noto que se le abulta la entrepierna. De pronto siento que su miembro viril surge de entre sus calzoncillos, y no hay nada que ocultar, tanto a mí como a Alan nos está consumiendo el deseo. Alan se despoja de un golpe de aquel traje interior de una pieza. Temblando de excitación se acerca a mí y se coloca sobre la cama y se acomoda al lado de una de mis caderas que lo rozan. Con su piel suave y firme logra involucrar mi cuerpo. Besos y caricias hacen lo suyo. Alan se va situando sobre mí, y se acomoda entre mis piernas y poco a poco comienza a hacerme suya. - Alan oh Alan, me gustas demasiado – musito y musito, respiro y respiro. Él toma mis piernas las trenza y la destrenza, y caemos en el juego del deseo. Cada movimiento es parte de nuestra imaginación hasta que de un instante a otro de mi garganta nace y se extiende un inmenso grito de placer y siento que mi cuerpo a llegado a la cúspide del límite; el orgasmo y así abrazados nos quedamos dormidos. Al amanecer Alan cantaba mientras preparaba el desayuno, y yo todavía dormía boca abajo en su cama, la de Alan y con la espalda al desnudo, mostrando apenas un atisbo de mis senos, contemplándolo desde el lecho y sintiendo que él siente un leve amor por mí. - Es hora de levantarse para el desayuno princesa. – su voz glacial agudiza mis sentidos y lo siento cerca. Él alcanza a darme un beso y yo con mis fuertes brazos lo atraigo junto a mí para que pueda volver a hacerme suya. Alan no lo piensa dos veces y comienza a involucrarse una vez más con mi cuerpo. Recorrimos todas las habitaciones de esa pequeña cabaña y nos fuimos ya casi llegando la tarde. &&&&&&&& Al llegar a casa encuentro a mi madre en estado etílico, luce muy borracha, pero la felicidad de estos dos días a apagado parte de mi sufrimiento. Camino por el estrecho pasillo que da con mi dormitorio y me lanzo de un trote sobre mi cama y con la vista fija en el techo recuerdo todo lo ocurrido. Aquellos ojos pardos penetrantes, como si una pequeña llama estuviera incrustados en ellos. Labios carmesí que me invitaban a danzar dentro de su boca y me enseñaban a degustar sus besos. Brazos fuertes, con pasión que como cadenas tomaron mi delgado y terso cuerpo. ¡Ay tantos sueños conjurados en una sola noche!. Si esto es amor seguiría viviéndolo día a día hasta que se acabara el mundo. Pero él ¿se habrá olvidado de mí?, a lo mejor solo soy pasajera en su vida. Mejor será que me quede con el mejor de los recuerdos. Hoy es martes y debo ir a club a entregar un nuevo espectáculo. Tomo mi chaqueta marrón y mi sombrero gris y dirijo mis pasos por las calles de Cartagena. La estación se encuentra llena de flores y creo que todo mi entorno se ha transformado radiante, vivo. No hallo la hora de que llegue la noche y aparezca Alan frente a mis ojos , necesito volver a verlo, mi espíritu lo necesita. Camino y camino y mis pasos se vuelven cada vez más lentos. Siento un leve cansancio por el recorrido iniciado hace media hora atrás. Mis pensamientos vuelvan y se concentran solo en él, como si el mundo no fuera compartido. - Hola Yenny, el jefe quiere hablar contigo. - ¡El jefe! Y ¿para qué será? - No lo sé - Bueno iré a su despacho. Camino por el pasillo de la parte de atrás del Club. Las flores han crecido bastantes y los árboles están de un verde muy intenso que nunca había visto antes. Al llegar a su oficina me hace entrar. Él está sentado en su sillón de cuero negro, fumando un habano de Cuba y moviendo un abanico que trajo del viaje que realizó a la India. - Siéntate Yenny – y con sus ojos verdes miró la silla de al frente de su escritorio. Yo tomo nerviosamente el escaño y me siento. - Dígame Don Rafael - Sabes Yenny... encuentro que tus últimas presentaciones han sido muy exitosas, es por esta razón que he decidido darte un aumento de cinco mil pesos por noche. Te parece bien. - Gracias Don Rafael, lo necesitaba mucho. La noticia de mi jefe me animó aún más para realizar muy bien mi trabajo. Luego mis pasos se dirigieron al pasillo que colinda con mi camarín. Mientras camino, siento a Alan. La puerta silenciosa se abre y junto a ella me encuentro nuevamente con las lentejuelas, espejos luminosos, plumas glamurantes, colores y colores. - A llegado la hora de dejar en este escenario a una deslumbrante musa inspiradora que a ustedes va a cautivar con su flamante baile. ¡Con ustedes Yenny!. Escucho una vez más mi nombre y me entrego a ese escenario. La música empieza a desenfrenarme. Mi cuerpo se va humedeciendo con cada movimiento. El viento me atraviesa parte de la vestimenta que aún me queda puesta. Las luces encandilan mis ojos y glamurosa como siempre desnudo por completo mi cuerpo y al hacerlo al compás de la música observo a Alan. Él me sonríe y levanta sus brazos para iniciar un aplauso que se extendió por todo el lugar. Yo logro entregarle una sonrisa mientras las cortinas van cerrándose lentamente. Me retiro rápidamente del lugar y encamino mis pasos al encuentro del amor. Él aparece primero en el pasillo y alzo mis brazos para entregarme. - te he extrañado tanto mi amor! - Yo igual a ti Princesa – y sus brazos envolvieron mi delgado cuerpo y sus labios buscaron ardientemente los míos. Besos se apoderan del lugar y no hallo la hora de que él me vuelva a hacer suya. ¡No lo puedo creer me he enamorado!. Me retiro de sus brazos y entro al camarín, me visto con ropa de calle y me voy con Alan a un nuevo encuentro de pasión. - Alan me quieres - No te cuestiones tantas cosas, sólo disfruta el momento. - Alan solo quiero saberlo – mientras él me hace el amor sin parar. La duda se apodera de mí, porqué pensar que no hay nada verdadero en eso, aquello que me susurró al oído la noche anterior. Alan me inspira una pasión indescriptible, él lo sabe, tal vez por eso se empeñó en recordar el poema, ese que es quizás uno de los más hermosos que conozco. Alan consume este acto de amor y yo desconsolada por esta nueva manera de ser de mi amado. Me quedo quieta y con un dolor punzante en mi alma. - ¿qué te pasa Yenny? - Nada – nada como decirle nada, si lo que quiero expresarle son tantas cosas. - ¿Estás así por lo qué me preguntaste? – con mis ojos le entrego mi respuesta. - Está bien, tú me gustas mucho, solo es eso. – esa respuesta sonó a una frialdad absoluta. - Podemos mañana ir a la playa. - Yenny, mañana tengo que trabajar, pero si quieres el sábado volvemos a salir. Te parece. - Sí ... me parece bien. &&&&&&&&&&&&&& Habían pasado ya tres meses de la relación de Alan y Yenny. Ella en esa cama con olor a varón, no dormía en realidad, sino solo disfrutaba con sus ojos cerrados, todavía conservaba en sus labios el sabor de ese hombre, una sensación de saciedad y plenitud la embargaba. Los recuerdos llegaron en torbellino a su mente de tal forma que no pudo suprimir una imperiosa necesidad de acariciarse lentamente. Alan había sido en el pasado y ahora, el mejor amante que tuvo, de las que dejan un dulce recuerdo y de las otras, las dolorosas, las tristes. Pero Alan era distinto, con él conoció el amor por primera vez, con él exploró todos los secretos del sexo y fue el primer hombre por el que sufrió y estaba ahí, en la cocina, canturreando. Aún no creía en su buena suerte al encontrarlo en el Club Ventura. Lo paradójico de encontrarnos cuando es la última persona a la que querías encontrar, pero al mismo tiempo la razón de lo que debe suceder en el amor. No me importa si todavía me quiere, si me quiso o me querrá, bueno... si me importa pero no es fundamental. Prefiero pensar que es verdad, que me quiere, porque así me siento feliz y todo lo demás es placer añadido, como “táctica y estrategia” al oído yendo del living a la cama. Pero inesperadamente para mí, claro, fue esa noche la quinta consecutiva que investigamos juntos lo máximo del sexo, esa macabra noche, en la que encontré sobre la mesita de luz, un par de pendientes azules, que no eran lo míos, sin decir palabra decidí acostarme a su lado, y mirando al lado opuesto sollocé durante toda la noche . Una atormentante idea atravesaba mi cabeza, estaba con otra. ¿quién más podría ser?... Comencé una fuerte lucha con el miedo a perderlo. Descuidando a mi madre y dejándola la mayoría de las veces sola y sin darle de comer. Me estaba convirtiendo en una mala hija, esa que mi madre desconoce y trata de hacer cambiar. Pero ya ni los consejos de mi querida vieja hacen cambiar mi actitud. El alma se me estaba destruyendo y ni el Club lograba sacarme de la tristeza. Un día domingo, Alan se acerca a mí después de mi espectáculo y en el pasillo del club quería hacerme el amor. - Alan déjame ¿qué te pasa?, porque me tratas así. - ¡Vamos Yenny, no te pongas así, sólo quiero hacerte el amor!. - Aquí no Alan. - Entonces vamos al segundo piso - ¡No, no quiero! - ¡Vamos, te voy a pagar por tus servicios – y de su pantalón logró sacar dos billetes de diez mil pesos. Yo me largo a llorar y él ni se inmuta; y caigo a sus brazos y me entrego de nuevo a su cuerpo, sólo por estar con él y sentirlo parte de mí. Él logra vestirse muy apurado, me entrega el dinero, me da un beso en la cara y se retira del lugar. Mis ojos se encandilan de puro dolor y entiendo que desde que me conoció ha pensado de que soy una prostituta, pero como decirle lo contrario si la vida que he llevado a sido como una de ellas. Alan por qué me hiciste esto, si tan solo me di el trabajo de amarte. Esa noche me fui a la casa y encontré una vez más a mi madre ebria. La tomé de los brazos y la entré a la casa. - Hola Yennita, hola mi Yenny, mi hija – me repite una y otra vez lo mismo y yo casi al borde de la tristeza me lanzo sobre los brazos de mi madre y en un acto de arrepentimiento me entrego a ella desconsoladamente. Rosita sólo me sonríe, no sé percata de nada, sólo ríe. ¿qué pasó con mi vida? ¿ cómo se fue destruyendo tan rápidamente?, sólo me quedan los vivos recuerdos de este amor, que aún amo. &&&&&&&&&&&& Nadia me espera afuera del Club y veo a través de su semblante que no me trae una buena noticia. -¡ Yenny es casado y tiene un hijo de dos añitos! – y sobre los brazos de mi amiga me desplomo, la respiración se me contrae y me lanzo a llorar desconsoladamente. La vida de Yenny comenzó a cambiar y entre lágrimas y rizas empezó a caer en el abismo y sólo queda aquella sonrisa llena de tinieblas. El alcohol a de ser su nuevo amigo y los hombres que por dinero estaban ganando su cama. La recuerdo bailando y después de aquellos bailes, la encuentro sumida en los brazos de otros hombres trasformándose poco a poco en una prostituta más de nuestro país Fin